sábado, 20 de enero de 2007

Soneto de amor y de deseo


Insaciables los labios eran rocas,
luchando a muerte sin pedir treguas,
recorriendo juntos una y mil leguas,
hundiéndose más y más en las bocas...

Los ojos llenos de miradas locas
galopaban veloz como las yeguas,
buscando refugio tras muchas leguas.
¡Calla, corazón!, ¿por qué te desbocas?.

Calla, pon una muralla de sombras,
y haz con tus penas y tus desazones
jaulas de mimbre para las alondras,

cadenas de oro a los halcones,
y para tus pies descalzos, alfombras
curtidas con cuchillos y rejones.
R.B. ©

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que inspirado y bien construido. De primera.